¡A VOTAR!

jueves, 9 de septiembre de 2010

Violinista, el amante del pianista - Introducción - By Naghiny Ribberth


"Es increíble como todavía puedo sentir el tacto de las viejas teclas de esté piano. Que ha pesar de ser tan viejo no deja de ser lo único que queda vivo de mí, solo el y la fe de encontrar el amor, que no pude tener estando vivo, y mi corazón latiendo. Ese amor que siempre espere pero que nunca llego, ni abrió las puertas de mi pecho. Tuve una vida corta, pero el osar de mi fe me hace más vivo y humano, que un humano común. Creo en algo que ya ningún humano cree, creo en poder ser feliz, en poder amar, y en poder sentir. Más de lo que ya siento.
Pero ahora estoy sentado ante este piano, en mi habitación, tocando la que será mi ultima canción, mi despedida, no se si para siempre pero si por un tiempo…"


Violinista, el amante del pianista

Introducción

Caminaba, por aquel túnel de cristal, que en llevaría hacia la puerta de entrada, del avión, el cual tomaría rumbo hacia el nuevo país al que nos mudábamos, Alemania.

Sinceramente, no quería llegar a esa puerta, me sentía destrozado era dejar mi vida, mi ciudad mi país, mi origen era dejar Milán e Italia. La ciudad y el país donde crecí, y en el cual tenia el resto de mi familia y mis amigos. Y ahora lo dejaba, para ir a otro país, en el cual solo tenía la casa que mis padres habían comprado para nuestra mudanza. Me decían que era grande, y bonita, sin nombrar que era la mas antigua de todo Hamburgo. Eso de antigua me daba un poco de miedo, pensaba en; arañas, ratas… Pero ya todo daba igual, el caso era que no había vuelta atrás.

Yo iba al frente y mis padres uno a cada lado mío, mi madre, una mujer de pelo castaño claro iba a mi derecha, su nombre era Simone, y luego mi padre, un hombre ya mayor un poco mas viejo que mi madre por la izquierda, se llamaba Gordon. Yo iba delante, con uno o dos pasos más adelante que ellos, no quería que me vieran llorar, porque era obvio que empezarían con las suyas.

Ya vi la puerta. Le entregue mi cartilla y pasaporte a la azafata, quien me devolvió el pasaporte, y entre. Era un avión grande, en mi tarjeta ponía “XXX” lo cual quería decir que me sentaba en el asiento que quisiera. Mi fila estaba por el medio, me senté junto a la ventana, mi madre a mi lado, y mi papa a su lado. Los asientos eran para tres personas. Acomode mi bolso sobre mis pierna, y me puso cómodo en el asiento, después de abrocharme el cinturón. Mire el reloj, eran las 5:05 Am… El vuelo se había retrasado, así que llegaría a Alemania siendo ya de día. Apoye mi codo en la ventanilla, y puse mi mano bajo mi barbilla, suspire y me dedique a observar el hermoso paisaje iluminado por la luna, de Milán.

- Bill, cariño ya se que no te quieres ir. Tu padre y yo tampoco pero es por tu bien. Ya veras que las cosas nos irán bien, que conocerás en el instituto a nuevos amigos, conocerás lugares… y quien sabe, a lo mejor y todo te buscas una buena novia.
- Mamá, yo no quiero irme. Se que no hay vuelta atrás, pero yo aquí estoy bien. Echare de menos a los abuelos, la familia y mis amigos. Sobretodo el centro y la casa... Al menos os acordasteis de Scotty. Creo que es lo único bueno que me llevo de aquí. Y por cierto, sabes de sobra que no me gustan las chicas.
- Bueno, el caso es que vamos ha hacer todo lo posible por que te cures. Eres casi un adulto, tienes diecisiete años, y toda una vida por delante. Y esa depresión ni el agobio te la arruinaran.
- Yo más que eso me siento solo. Pero da igual. He pensado que quizás, darle una oportunidad al sitio no este mal. – Ya el avión, estaba corriendo por la pista. – Quizás, haya algo interesante, al fin y al cabo, siempre hay algo que te hace marcar un lugar o parte de tu vida como “importante”.
- Bueno dejemos que el tiempo, traiga las cosas y las ponga en su sitio. Ahora porque no duermes un poco. Llegaremos a Hamburgo en más o menos dos horas, y luego en coche hasta la mansión otra hora más. EL camino será pesado. Tanto para ti, como para nosotros. Sin descontar a Scotty que también es de la familia y viene.
- Yo quería traerlo aquí, conmigo. No entiendo porque no lo podía traer, si es un cachorro. Gente idiota.
- Pero tiene seis meses, sobrepasa los cuatro y no ha podido ser, de cualquier forma esta bien.

Scotty, era como para mí un hijo. A el se lo contaba todo. Obvio, un perro. Por eso se lo contaba, porque no se lo diría a nadie. El era como mi diario. Y yo a cambio le daba cosas que robaba del frigorífico cuando mama no me veía. Pero siempre hay un momento en el que las cosas cambian, queriendo y sin querer. Y mi vida iba ha cambiar, mi hogar iba ha cambiar, y tenia fe en que ese cambio me curase de mi depresión. En al cual llevaba desde los quince años. Todos los días bebiendo tres pastillas. Incluso en el instituto me tenían de nombre cuando era mas pequeño “enfermo” pero eso no viene a mi depresión, viene a mi estilo, mi forma de ser, mi físico. No me considero una persona con defectos en su cara, o cuerpo. Ya soy delgado por naturaleza, pero la gente a lo que mas se refería era a mi imagen. Mis ojos siempre estaban acompañados de una sombra negra, con las pestañas perfectamente alineadas. Mis labios siempre tenían tonos o brillos suaves, Mi pelo, una hermosa y bien cuidada melena. Negra, decorada con mechas. Mis manos eran femeninas, siempre con uñas oscuras y largas, anillos, y pulseras resaltantes. Creo que ese fue otro motivo, con el cual me di cuenta de que me aceptaba, tanto a mí como a mi homosexualidad. Y con eso, mis padres también se adaptaron a ello sin ponerles pegas. Solo esperaba que en el nuevo instituto no me trataran mal, por ser como soy, ni me insultaran, ni nada. Esperaba poder formar amigos, y tal como había dicho mi mama, poder tener una pareja.

Pero ¿Quién era tan valiente de estar con una persona depresiva?, ¿Quién iba ha soportar el tener que cuidarme, ya que mi depresión era un poco fuerte?

Todo eso pasaba por mi mente. Pero ahora, no me preocupaba eso, o no tanto, solo quería llegar a mi nuevo hogar, entrar en mi habitación y caer en mi cama. Y dormir hasta cansarme. Estaba cansado. Pero ya no había vuelta a atrás, tenia que adaptarme a lo que me viniese, fuese bueno o malo.

0 comentarios: